❤️"𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐍𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞𝐬 𝐞𝐧 𝐞𝐥 Á𝐫𝐛𝐨𝐥"❤️

En un pequeño pueblo, entre campos de trigo y cielos infinitos, Mateo y Sofía pasaban sus días jugando junto al viejo roble del parque. Eran inseparables, dos almas que se entendían sin palabras.

Un día, con la emoción que solo los niños sienten, Mateo sacó un pequeño cuchillo que había tomado prestado de su abuelo y grabó en la corteza del árbol:

"Mateo & Sofía - Para Siempre"

—Ahora estaremos juntos para siempre —dijo él con una sonrisa.

—Siempre —repitió Sofía, entrelazando su meñique con el suyo.

Pero el destino es caprichoso. Los padres de Sofía tuvieron que mudarse a otra ciudad, y con lágrimas en los ojos, los niños se despidieron con la promesa de volver a verse algún día.

Los años pasaron. Sofía creció en otra ciudad, y aunque la vida la llevó por distintos caminos, en las noches más silenciosas, aún recordaba el viejo roble y a Mateo. Él, por su parte, nunca dejó de mirar ese árbol cada vez que pasaba por el parque, preguntándose si Sofía también pensaba en él.

Los años se convirtieron en décadas. Ya adultos, cada uno siguió su vida, sin saber nada del otro. Hasta que un día, cuando ambos tenían 30 años, Sofía regresó a su pueblo natal. La nostalgia la llevó al parque, y ahí estaba: el viejo roble, con sus nombres aún grabados, aunque un poco desgastados por el tiempo.

—¿Sofía? —preguntó una voz detrás de ella.

Se giró y ahí estaba él. Más alto, más maduro, pero con la misma mirada cálida de su infancia.

—Mateo…

Se quedaron en silencio, como si el tiempo no hubiera pasado, como si siguieran siendo aquellos niños que un día juraron amor eterno.

—Volviste —susurró él.

—Siempre lo prometí —respondió ella.

Y ahí, bajo la sombra del árbol que había guardado su promesa, entendieron que el amor verdadero no siempre es inmediato, pero cuando es real, el destino siempre encuentra la forma de unirlo de nuevo.

Reflexión

A veces, el amor se pierde en el tiempo, pero si es verdadero, nunca desaparece, solo espera el momento adecuado para florecer otra vez.❤

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